Normalmente, cuando se cocina en barbacoa piezas de carne con alto contenido graso y de gran tamaño (Lomo alto, piezas completas de secreto ibérico…) es recomendable combinar dos ambientes de cocción: uno de fuego directo y otro de fuego indirecto. El ambiente de fuego directo nos permite conseguir ese “sellado” (reacciones de Maillard) que, junto con el humo que se genera por las grasas y los jugos de cocción, le dan a las carnes (principalmente) ese toque especial de “hecho a la parrilla”. El fuego directo es ideal para piezas relativamente magras y delgadas (solomillos, pescado, filetes etc). El problema de este “fuego directo” es que rápidamente genera llamas que emanan desde las briquetas hasta la zona de la parrilla por la grasa que gotea. Si dejamos una pieza grande y de alto contenido graso cocinarse solamente en “fuego directo” se generaría mucha llama y su parte exterior se carbonizaría. El “fuego indirecto” nos ayudaría a realizar una cocción homogénea de la pieza en un ambiente dado que este ambiente es “menos hostil”.
Por supuesto, las briquetas para las barbacoas son lavables.
En caso de inactividad prolongada del aparato (vacaciones, trabajo de temporada, etc.) el mismo se debe limpiar a fondo y eliminar los restos de alimentos y secar con cuidado. Deja la tapa abierta para permitir la circulación de aire dentro la cuba de cocción. Para las partes de acero se pueden utilizar los productos protectores que se encuentran normalmente en el mercado y cierra los suministros de gas y de agua. No te olvides que el local debe estar correctamente ventilado.